El sentido histórico y político del 19 de abril: Día Americano del Indio

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Desde el Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticas recordamos esta fecha vinculada con la diversidad cultural y lingüística de nuestro país y Latinoamérica. En esta nota, una investigadora de nuestro centro explica los orígenes y sentidos de esta fecha.

Por Verónica Nercesian

CEIL, IdIHCS, CONICET-Universidad Nacional de La Plata

Cuando hablamos de diversidad de lenguas, hablamos necesariamente de diversidad de pueblos que son los que hablan esas lenguas, y esa diversidad tiene una historia. No hay manera de defender la diversidad lingüística sin considerar las condiciones materiales de los pueblos que las hablan; en palabras de Luis-Jean Calvet (1974) “no es posible considerar que el problema lingüístico pueda plantearse aisladamente, solo, y menos considerar que pueda plantearse después del conjunto de los problemas de la dominación”. En la América de los años ‘40, se empezaba a discutir en esta dirección en el marco del Congreso Indigenista que dio origen a la conmemoración de este día; la cuestión de las lenguas estuvo en el mismo plano que las cuestiones de orden económico, político, social y cultural.

El 19 de abril fue instituido Día Americano del Indio en el “Primer Congreso Indigenista Interamericano” celebrado en 1940 en Patzcuaro (Michoacán, México) con representantes de 19 países americanos y de distintos pueblos originarios. Este histórico y memorable paso en materia de derechos humanos y sociales para nuestra región –previo incluso a la Declaración Universal de Derechos Humanos (1946-1948)– sirvió de antesala para sucesivas leyes y convenios nacionales e internacionales y representó un logro en la larga lucha de los pueblos indígenas. Más tarde, en 1984, las organizaciones católicas propusieron extender la conmemoración a toda la semana, del 19 al 25 de abril. Entonces, a partir de 1992 y, paradójicamente, en el contexto de los 500 años del desembarco español que dio inicio a un sistema colonial sin precedentes, esa fecha se denominó Semana de los Pueblos Indígenas y cobró mayor popularidad que el significativo acuerdo entre los Estados Nacionales y el Día Americano del Indio, que forma parte de nuestra construcción de identidad regional y que es de carácter político.

La importancia de recordar el Primer Congreso Indigenista Interamericano es la de recuperar el espíritu regional americanista y profundizar el debate político para pensar la lucha indígena en relación a los procesos de colonización europea y de emancipación en América, así como también, en relación a los procesos de concentración de tierras y del poder económico en los Estados Nación.

La conmemoración del 19 de abril trae al presente una problemática y un debate de actualidad, trae la experiencia del hecho histórico que dio un paso mancomunado en la lucha de los pueblos indígenas y en la construcción de una sociedad más equitativa y democrática, y trae reivindicativamente las ideas transformadoras hacia la construcción de un entramado social pluricultural y plurilingüístico.

El discurso de Cárdenas. Bases ideológicas del Congreso Indigenista Interamericano

Uno de los aspectos más importantes del Congreso Indigenista Interamericano, realizado en 1940 a instancias del entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas (1934-1940), y de su discurso inaugural, es pensar en la unidad americana a partir de una realidad común: el sojuzgamiento, despojo de tierras y la desaparición física de pueblos originarios de América como continente inició con la Colonia, pero tuvo continuidad con los Estados Nacionales. Por eso, en el Congreso Indigenista se proponía, entre otras medidas, que los Estados americanos asumieran la responsabilidad de garantizar sistemas socioeconómicos que incluyeran a la diversidad poblacional de la región, reconociendo así a los pueblos indígenas del continente hombres de derecho, actores sociales y constructores de la historia. Ese hecho era en sí mismo emancipador y decolonizador.

En la apertura del Congreso, Lázaro Cárdenas pronunció un encendido discurso en favor de los pueblos indígenas, en línea con el proceso transformador de la reforma agraria que llevaba a cabo en México. Se refirió a la dimensión regional del “problema de las razas nativas”, y alentó el desarrollo de “asambleas representativas de las masas indígenas” quienes, según Cárdenas, debían reclamar “el reconocimiento de su personalidad social”. 

Planteó la necesidad del reconocimiento a los indígenas de “derechos de hombre, de ciudadano y de trabajador” y sostuvo que el indígena era un individuo de una “clase social”. Tal vez, el punto más revolucionario de su planteo sea el reclamo de igualdad y de equidad de derechos de propiedad sobre la tierra: “En tanto existan contingentes humanos que desposeídos de las tierras de sus mayores, de sus derechos de hombres y de ciudadanos a los que se siga tratando como bestias o como máquinas, no puede considerarse que la igualdad, y la justicia imperen en América.”

El Primer Congreso Indigenista Interamericano. Historia y resoluciones

Fue entre el 14 y el 24 de abril en Patzcuaro (Michoacán, México) que se celebró el Primer Congreso Indigenista Interamericano. La idea había sido acordada en la “Octava Conferencia Internacional Americana”, celebrada en Lima en 1938. El Comité Central Organizador con sede en La Paz, Bolivia, auxiliado por un Comité de Coordinación residente en la ciudad de México habían iniciado las tareas necesarias, pero en vistas del poco tiempo disponible y a solicitud de Cárdenas, el Gobierno de Bolivia accedió a transferir su celebración a uno de los primeros meses del año en curso en México.

Con una amplísima participación, asistieron al Congreso representantes de los pueblos indígenas, la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y 19 países americanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos del Norte, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Salvador, Unión Panamericana y Uruguay.

Como resultado del Congreso, se aprobaron 72 resoluciones en diferentes áreas, orientadas a garantizar los derechos de todos los habitantes del continente y, de ese modo, la igualdad y la inclusión social. En ellas se atendieron aspectos territoriales, lingüísticos, históricos, económicos y culturales, entre muchos otros.

Las nociones de tierra y territorio, y de propiedad individual y colectiva fueron tratadas como aspectos primordiales para el desarrollo de los pueblos. Se acordaron resoluciones para garantizar el reparto de tierras a los indígenas, la protección a la propiedad individual y colectiva considerándola inalienable, así como también la organización en cooperativas de producción agropecuaria o en sociedades agrícolas con asesoramiento técnico del Estado a fin de incorporarse a la economía general del país.

Se estableció un reconocimiento a la lucha emancipadora de los pueblos indígenas que, por un lado, contribuyeron en gran medida a las independencias de las repúblicas en la región, y por otro lado, contribuyen al crecimiento de las sociedades con propuestas innovadoras para repensar a las Naciones, los sistemas socioeconómicos y el pensamiento latinoamericano.

En vistas a futuro, dos resoluciones fueron clave. Una fue la resolución 59 a través de la cual se instituyó el 19 de abril el “Día Americano del Indio” con el propósito de abordar la realidad social que nos caracteriza como continente en las escuelas y universidades a fin de motorizar un cambio cultural que garantice el respeto a la diversidad cultural, lingüística y socioeconómica.

La otra resolución es la 71, a través de la cual se creó el Instituto Indigenista Interamericano que depende de la Organización de los Estados Americanos (OEA). El instituto funcionó a partir de la adhesión de los países. Argentina adhirió en 1945 y firmó en 1947. Desde entonces, Argentina es miembro permanente y adhiere a esta fecha reivindicatoria de los derechos de los aborígenes.

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