En estos últimos días fuimos testigos de diversos ataques a la Ciencia Argentina que no tienen precedentes desde la recuperación democrática.
A casi un año del inicio del mandato libertario, el sistema científico se encuentra en una situación catastrófica. Sólo se ejecutó el 5% del presupuesto de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología (presupuesto ya congelado a los valores del 2023). No se designaron a los investigadores jóvenes que ya fueron seleccionados para ingresar a la carrera de CONICET. Se suspendieron todas las líneas de financiamiento para proyectos de Investigación y Desarrollo. Se han incumplido todos los acuerdos internacionales de cooperación. No se respetó la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología. Frente a la falta de oportunidades, el país se enfrenta nuevamente a un éxodo masivo de científicos/científicas.
Días atrás, renunció Manuel García Solá, miembro del Directorio de CONICET en representación del Agro, denunciando “Me pidieron la renuncia por objetar persecución ideológica a los becarios e investigadores”. A este hecho se le suma, la respuesta del Jefe de Gabinete de Ministros, Guillermo Francos, durante su primer informe de gestión del Gobierno, cuando se le preguntó sobre los ingresos pendientes a la Carrera de Investigador de CONICET: “El ingreso de estas postulaciones está sujeto a la disponibilidad de crédito y cuota presupuestaria y a la pertinencia de los planes de investigación presentados”. Con dicha afirmación, el jefe de gabinete sugeriría que las personas que fueron seleccionadas mediante concursos abiertos, transparentes y evaluados por especialistas, deberían pasar por un segundo filtro determinado por el Poder Ejecutivo de la Nación de manera arbitraria y ajena a criterios académicos o científicos. Hace unos días, la Secretaría del área anunció un plan de Innovación, Ciencia y Tecnología 2024-2025 (¡de sólo 1 año!) con consignas generales, pocas precisiones y del que la comunidad e instituciones científicas desconocen el proceso de elaboración y contenido.
A su vez, el vocero presidencial anunció el resultado de una auditoría (replicado sincronizadamente por diversos medios de comunicación), según la cual se denuncia la existencia de fondos no rendidos, incluyendo los PICT2022, proyectos cuyos fondos aún no fueron girados para su ejecución por decisión de la actual administración. Los hechos mencionados han sido acompañados de ataques a diversas investigaciones del área de Ciencias Sociales y Humanidades sólo por portación de nombres que se consideran indebidos. La difamación dirigida y persecución ideológica se ha hecho explícita. Una sola palabra en el título de un trabajo como “deconstrucción”, “soviético” o “comunista” alcanza para desacreditar y tratar de cancelar proyectos científicos.
CONICET es una institución de enorme prestigio y sus mecanismos de selección transparentes, basados en la excelencia y en el conocimiento son reconocidos mundialmente. La práctica que está llevando a cabo el gobierno, es de una ignorancia y gravedad que nadie, racionalmente, podría avalar.
Ya hemos vivido en Argentina momentos oscuros donde se prohibieron libros, pensamientos, conocimientos e ideas. Ya hemos vivido en Argentina momentos de persecución por motivos políticos e ideológicos. Ya todos sabemos cuáles fueron las consecuencias. No permitamos que el pasado se repita.
Coordinación RAICYT, 19 de noviembre de 2024.