Un equipo del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Genero (CInIG) reflexiona desde la Historia y la Filosofía sobre mujeres y trabajo en contexto de pandemia. La tensión entre nivel de productividad y tareas de cuidado, las nociones en torno a la conciliación entre empleo y vida doméstica; y la necesidad de deshacer el género para desarmar la división sexual del trabajo.
Graciela Queirolo se remonta a la consolidación de un capitalismo de corte patriarcal y destaca la inferioridad salarial vinculada al desarrollo profesional limitado. “Sirvienta, costurera, enfermera, maestra, dactilógrafa. Todos sin valor. Los trabajos de mujer fueron dobles tareas porque la condición asalariada no les evitaba ninguna de sus responsabilidades domésticas” sostiene la investigadora.
Rosario Gomez Molla,, puntualiza en la regulación del teletrabajo y lo que implica para las mujeres conciliar la vida familiar y laboral: “La idea de que las mujeres podían conciliar sus responsabilidades, es decir, tener un empleo y continuar asegurando el trabajo doméstico y de cuidado, se expandió, identificándolas como sujetas exclusivas de esa operación” y subraya la necesidad de problematizar estas cuestiones: “Si comprendemos la vital importancia del trabajo reproductivo, entonces deberíamos interrogarnos sobre cómo nos hacemos responsables de nuestro cuidado y del de les demás”.
Finalmente, Luisina Bolla analiza que los trabajos están anclados en los términos binarios y heteronormativos hegemónicos: “Un diario publicó que el 97.5 por ciento de las personas que trabajan en casas particulares y que fueron obligadas a volver a trabajar, son mujeres. Lo titularon oportunamente: la cifra de la pandemia. si bien impacta, ésto no sorprende, ya que las personas feminizadas realizamos casi el doble del trabajo doméstico y de cuidado. ¿ésto lo hacemos porque somos mujeres o es más bien a la inversa?. Deshacer el género es también desarmar la división sexual del trabajo que lo sustenta”.
