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Las investigadoras del IdIHCS distinguidas por la UNLP, reflexionan sobre el acceso a la carrera científica para mujeres y niñas, sobre la coyuntura actual y los aportes de nuestras disciplinas para estimular vocaciones.

– ¿Cómo evalúan las transformaciones en el acceso a carreras científicas para mujeres y niñas; qué proyecciones podrían señalar?

Susana Ortale: En nuestro país, se ha dado un proceso muy significativo de participación creciente de las mujeres en el campo científico. En 2015 llegamos a tener un 52 % de investigadoras mujeres, en contraste con el 30% que se observaba en el mundo. De allí que recibiéramos una distinción de la UNESCO. Ese crecimiento de la cantidad de mujeres investigadoras se relaciona con una política pública impulsada fuertemente en 2003 que permitió la expansión del sistema científico y también del reconocimiento de derechos como, por ejemplo, la licencia por maternidad para las becarias. Se trata de un incremento que no se distribuyó de la misma manera entre los distintos campos del conocimiento. Seguimos sub-representadas en las áreas de la producción tecnológica y de las Ciencias Exactas y sobre representadas en las Ciencias Sociales. Tampoco se expresó en todas las categorías de la carrera de investigación, y todavía subsisten las discrepancias.

Se ha ganado mucho terreno, pero en la actual situación del país, las proyecciones distan de ser auspiciosas, particularmente para los campos científicos en los que predominan las mujeres. Al recorte presupuestario que afecta a la CyT hay que añadir el problema de cómo se distribuirá proporcionalmente el financiamiento entre distintas áreas de conocimiento. Y ello reactivará viejas disputas.

Nadia Ledesma Prietto: En el último tiempo, gracias a la ampliación del alcance de la perspectiva de género y sexo-disidente impulsada por los feminismos en las formaciones docentes de todos los niveles, particularmente, y en la sociedad en general, abrió otros horizontes para pensar la ciencia por fuera de la matriz androcéntrica, a través de la recuperación de biografías de científicas, por ejemplo. En este contexto, es difícil imaginar un futuro optimista, cuando todo el sistema científico es cuestionado y la falta de una política científica que no esté sujeta a los cambios de gobierno. Sin embargo, también, esta situación nos invita a reforzar el estímulo y acompañamiento de vocaciones científicas en sujetos que, como yo, nunca se lo propusieron como una alternativa. Eso intento hacer como docente.

– ¿Qué rol les cabe a nuestras disciplinas humanísticas y sociales en el estímulo de vocaciones científicas?

Ortale: La participación de las mujeres en el campo de las Humanidades y de las Ciencias Sociales implicó la incorporación de importantes problemas y perspectivas de investigación relativas al bienestar de la población.  Esto ha sido señalado desde hace varias décadas por colegas que han señalado que el conocimiento científico está sesgado por el género. Temáticas como las desigualdades de género en articulación con clase, raza, etnicidad, edades; las violencias, la reproducción, la sexualidad, los cuidados, el trabajo invisible, por mencionar algunas, han sido puntas de lanza de investigadoras y han influido significativamente en el diseño e implementación de políticas públicas. Entiendo que, en gran medida, dichos temas han estimulado la vocación científica de muchas mujeres. El desafío actual es cómo sostenerla y más complejo aún, cómo ampliarla hacia campos científicos “masculinos”. En tal sentido, transmitir las experiencias pasadas, avivar la memoria de un pasado reciente auspicioso para el desarrollo científico, develar los argumentos engañosos que lo cuestionan, constituyen la base para alentar proyectos que protejan y activen vocaciones científicas con equidad de género.

Ortale subraya especialmente que “Los estudios realizados durante la pandemia mostraron cómo las medidas para controlarla afectaron particularmente a las mujeres. Las mujeres fuimos las principales responsables del cuidado de hijas, hijos u otros familiares dependientes y de las tareas domésticas, cuya realización requirió de un plus de trabajo que permitiera el ajuste a los cuidados que indicaban los protocolos. A ello se añadió el acompañamiento para la realización de las tareas escolares y lidiar con el acceso y dominio de la comunicación virtual, entre otras cuestiones. Con distinta intensidad, la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado, el trabajo virtual en los hogares, la imposibilidad de avanzar en investigaciones empíricas y de disponer de las condiciones necesarias para el trabajo intelectual, incidieron especialmente en las científicas. Ni hablar en aquellas abocadas también a la docencia.

Ledesma Prietto: Las ciencias sociales y humanidades tienen un rol central en el estímulo de las vocaciones científicas. Como investigadorxs, trabajamos a partir de problemas y esos problemas solo aparecen cuando hacemos preguntas, cuando cuestionamos y ponemos en duda lo que sabemos. El pensamiento crítico nos pone frente a interrogantes que invitan a buscar soluciones o respuestas, siempre provisorias, pero que aportan a la sociedad distintas explicaciones para comprender el pasado, entender el presente e imaginar un futuro.

Consultadas sobre sus recuerdos de niñas: las investigadoras coinciden en que no imaginaron, en ese entonces, una carrera científica o haber practicado juegos en sintonía con sus tareas actuales. Sin embargo, ambas recuerdan actitudes curiosas, interesadas por la literatura, la historia de las ciencias, las artes, la biología, la filosofía, “los juegos dramáticos o crear historias”. Ortale relata que su inclinación al campo de las Ciencias Sociales se relaciona con una biografía atravesada por alteridades de distinto tipo y la heterogeneidad social que acompañó su crecimiento: “Desde entonces (más de medio siglo), de la mano de la creciente igualdad entre el hombre y la mujer –feminismos mediante-, que llevó a la expansión de escuelas mixtas, a la reducción de las diferencias de género en los juegos, en las experiencias ofrecidas a niños y niñas, entre muchas otras cuestiones, los temas de interés de las mujeres se han expandido notablemente hacia campos científicos tradicionalmente ocupados por hombres, movimiento que en estos últimos, y a la inversa, no se observa en la misma magnitud.” Ledesma Prietto por su parte, pone en valor el acompañamiento en su formación de “una profesora que le contó sobre las becas CONICET”, y comenta su pasado de pocos libros en su casa, una enciclopedia universal por tomos y novelas policiales de Agatha Christie propiedad de su madre.

La conmemoración del 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue establecido en 2015 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para alentar la sensibilización sobre la brecha de género en el ámbito de la ciencia.

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