Declaración del Consejo Directivo del IdIHCS

1447

Desde el 2016 advertimos un proceso de recorte presupuestario y rediseño regresivo de la política científica argentina. La gravedad de esta situación quedó nuevamente expuesta al conocerse los resultados de las convocatorias CONICET 2017. La reducción del número de ingresantes a la Carrera de Investigador Científico (CIC) ratifica el rumbo adoptado en la convocatoria precedente. Nuevamente este año un número inusitado de candidatos recomendados por todas las instancias de evaluación fueron excluidos, producto de la decisión de sostener el ajuste presupuestario que se aplica sobre el organismo. A este escenario se suma la incierta situación de aquellos postulantes cuyos dictámenes están pendientes a partir de la eliminación del límite de edad.

Asimismo, nos preocupa el impacto de esta política en el desarrollo de las Ciencias Básicas en general y las Humanidades y Ciencias Sociales en particular. La abrupta reorientación de recursos que supuso, a partir de 2017, la nueva división entre temas abiertos y “estratégicos” resultó especialmente perjudicial para estas disciplinas, tanto en Becas Internas Doctorales y Pos-doctorales, como en el ingreso a la CIC. Estos cambios implican un retroceso en el crecimiento equilibrado de todas las áreas de conocimiento ya que relegan investigaciones que no se ajustan a las definiciones de utilidad y transferencia definidas unilateralmente por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

Este doble proceso de ajuste y rediseño regresivo implica necesariamente un achicamiento de la base de profesionales altamente capacitados, el desmantelamiento de la producción de conocimiento público que incumbe a toda la sociedad y el cercenamiento de oportunidades de desarrollo soberano del país. En línea con lo señalado por el Consejo de Decanos de Ciencias Sociales, observamos que se obtura la posibilidad de seguir la tarea científica en CONICET al mismo tiempo que se debilitan otros organismos del Estado (universidades nacionales, INTA, INTI, CNEA, entre otros) con los que se podría articular una política científica y educativa de gran alcance que dé continuidad a las investigaciones científicas de nuestro país.

A raíz de esto, consideramos impostergable el aumento del presupuesto destinado a ciencia y tecnología, la apertura de la discusión acerca del rumbo que debe tomar la política científica nacional y la coordinación de acciones con los demás organismos afectados por el rediseño regresivo del sistema científico.

Julio de 2018