Exposición de fotografías “Fronteras en blanco y negro. Miradas al espacio transfronterizo México Guatemala” de Enrique Coraza de los Santos

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Compartimos algunas de las fotografías de la Exposición realizada en el marco del Workshop “Construir un campo, debatir conceptos: diálogos entre las migraciones y los exilios”

 

«Y es que cuando la fotografía “punza” -en el sentido
barthesiano de punctum- te atraviesa de una manera
insospechada, conmoviendo hasta las fibras
más delicadas de nuestro cuerpo, abriendo ampliamente
los sentidos posibles de nuestra mirada».

 

Catálogo en línea

Curaduría: Erandi Arregui Mejía y Andrea Raina
Diseño y armado de la muestra: Melina Jean Jean y Alejandra Gaudio
Diseño de Identidad: Alejandra Gaudio
Dirección: Patricia Flier

A modo de presentación
17 imágenes capturadas por un investigador que habita la frontera México-Guatemala. Esta es la muestra fotográfica que propone Enrique Coraza. Fotografías de la frontera entre México y Guatemala que divide un inmenso río, el Suchiate que nace a las faldas de un volcán, el Tacaná y desemboca en el océano Pacífico. Suchiate significa río de flores en un dialecto indígena, pero ninguna de las imágenes capturadas por la lente de Coraza tiene una, el Suchiate ha sido destinado a ser frontera. Ambrose Bierce, en su Diccionario del diablo dice que una frontera es “geografía política, línea política entre dos naciones que separa los derechos imaginarios de una, de los derechos imaginarios de la otra”. Las fronteras mexicanas, norte y sur, están delimitadas por dos grandes afluentes. Quizás sea una casualidad, pero aquellos que cruzan este territorio deben atravesarlos. Muchas son las razones para transitar este camino, ¿últimamente? la migración, la búsqueda de esos “derechos imaginarios” de Bierce, es una de ellas.
El Suchiate que nos propone mirar Enrique Coraza es mucho más cotidiano, él lo define como “un gran espacio transfronterizo a partir de los lazos históricos, culturales, comerciales, familiares, políticos sociales que unen”. Se trata de la cotidianeidad de este espacio. Ida y vuelta de un camino en blanco y negro, atravesado por colores vivos de sujetos en tránsito, en presente continuo. Cuando observamos estas imágenes es inevitable pensar en lo imaginario y lo artificial de este concepto. Un río, elemento natural del paisaje, ha sido destinado a separar gobiernos, derechos -diría Bierce- nacionalidades. Al mismo tiempo el río une otras cosas, querencias, familias, colores, identidades ancestrales que nada tienen que ver con los Estados, y este río es de ellos, de los que lo habitan, los que están en contactos con sus aguas, su vegetación, los que miran esa frontera inventada. No es más que un borde interno, en el que la identidad de estado-nación pierde sentido.
Por otro lado el río se vuelve trámite en el camino que recorren los migrantes centroamericanos. Cada observador echará mano de su imaginario para interpretar lo ahí retratado: frontera, camino, espacio, cotidianeidad. Depende de qué lado de la frontera se observe será la significación, lo que no se puede es apartar la mirada.
Cuando se caminan los afectos, los sueños, el hambre, el miedo, la clandestinidad, el resguardo, cuando se espera cruzar más fronteras ese tránsito no es nada. Se vuelve camino y nada más. La historia cambia en el recorrido, cuando los migrantes centroamericanos son detenidos en su cruce, cuando tienen la mente en la Bestia, cuando se cruzan no con compañeros de ruta sino con autoridades de un país que les niega derechos. La historia es otra, también, cuando pensamos en pasado, cuando miramos el espacio e imaginamos que ese escenario fue cruzado, una y mil veces, por los guerrilleros centroamericanos en la clandestinidad, un espacio visitado por los campamentos de refugiados guatemaltecos que huían de otro Estado, su Estado, que les negaba derechos y los perseguía hasta el cansancio, hasta la muerte.
La frontera sur México-Guatemala es un espacio particular. Entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, existen intersticios. Las miradas y los objetos en la muestra fotográfica hablan por sí mismos. Nosotros pensamos una frontera y ellos habitan otra.
Quizá ése sea el reto en este grupo denominado Programa Interinstitucional de Estudios sobre Memorias, Migraciones, Exilios y Refugios porque cada una de las palabras tiene implícita la palabra frontera. Todos los integrantes de este espacio han cruzado una, física y epistemológicamente; pero también porque este concepto se encuentra dentro del objeto, del concepto. Migración, Exilio, Refugio, requiere un cruce, sino no se le llama desplazamiento, así que existe una relación dialéctica en este grupo interdisciplinar, interinstitucional, multicultural -¿multinacional?- de profesionales que habitan espacios, que los observan, que los interpretan, interpelan y dialogan entre sí. Algunos de nosotros somos, así como los individuos retratados en esta muestra, migrantes. El primero, el responsable de traernos estas imágenes –investigador/fotógrafo- para que no apartemos la mirada de la frontera y sus implicaciones, se define como: “uruguayo, español y en vías de convertirse en mexicano”.

PIEMMER: Programa Interinstitucional de Estudios sobre Memorias, Migraciones, Exilios y Refugios.

Sentido
La frontera entre México y Guatemala es uno de los puntos de movimientos de población más importantes a nivel mundial, por el número de personas que circulan diariamente así como, por sus características complejas. Las movilidades, desde el corredor Centroamericano con destino a México o a Estados Unidos, marcan dinámicas históricas que le dan, a este espacio, particularidades diversas.
Esta frontera, puede ser considerada como un gran espacio transfronterizo a partir de los lazos históricos, culturales, comerciales, familiares, políticos, sociales que unen, la región del Soconusco en Chiapas, con el Departamento de San Marcos en Guatemala.
Estas fotografías, son miradas desde dos espacios de esta territorialidad compartida, dos puntos de paso cotidiano que dan cuenta de la proximidad, de la no existencia real del límite, de la inexistencia, en muchos casos, de la conciencia de “estar en otro país”. Por un lado, el río, el Suchiate que en el último tramo del límite de Chiapas con Guatemala marca los espacios de “soberanía nacional” a la vez que, en el día a día, es un puente permanente y constante a través de balsas improvisadas que trasladan a personas y mercancías. Por el otro, el entorno mágico y mítico de culturas ancestrales conformado por el Volcán Tacaná (nuestra madre en lengua Maya Mam), que divide México y Guatemala, y el Volcán Tajumulco (nuestro padre en lengua Maya Mam), que juntos dan vida al llamado “camino de la línea”. En este punto se enmarca ese camino que une las dos principales localidades de la zona, Unión Juárez en México y Sibinal en Guatemala. A diario, hombres, mujeres, niños, niñas y mulas lo recorren subiendo o bajando la montaña con sus productos o sus compras y se convierte en una carretera ancestral de comunicación entre regiones.
Hablar de fronteras en blanco y negro es poner el acento en un mundo que está lleno de colores, vivos, alegres, apagados, opacos. Todos llaman la atención pero, en pocas ocasiones, reparamos en quienes los portan, en las personas, los seres humanos. Ellas y ellos no son vistos como una amplia variedad y gama de colores, sino como seres invisibles o invisibilizados en un desapercibido blanco y negro. Podemos reconocer texturas, materiales, estampados, marcas, pero no sabemos de las historias, de las memorias, de las penas y alegrías de las y los que se mueven en estos espacios. La frontera es objeto de interés por temas geopolíticos, políticos, económicos, de seguridad, de soberanía, de control, de militarización, son números, flujos, porcentajes y, pocas veces, vidas.
Estas pocas imágenes “robadas” en la espontaneidad de lo cotidiano quieren reparar en ellos y ellas, convertirlas, por el contraste con el color, en el objeto y sujeto de las miradas, en protagonistas visibles de un mundo complejo.
Enrique Coraza de los Santos, 2016.-

El autor
Uruguayo, español y en vías de convertirse en mexicano. Maestro y Profesor de Historia en Uruguay, Doctor en Historia en España y Diplomado en Derechos Humanos en México trabajando, actualmente, como investigador titular A y Coordinador del Grupo de Estudios de Migración y Procesos Transfronterizos del Departamento de Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR-CONACYT) en la Unidad Tapachula (Chiapas-México). Las áreas de interés y de labor profesional incluyen la docencia, la vinculación e incidencia social y política y la investigación. Los temas se centran en las movilidades, especialmente las de carácter forzado así como los procesos culturales y políticos de comunidades rurales y pueblos originarios. Derivado de estas temáticas trabaja sobre historia reciente, derechos humanos, refugio y asilo, memoria y aspectos teóricos y metodológicos sobre las movilidades forzadas.

Contexto:
Límite del Estado de Chiapas (México) con el Departamento de San Marcos (Guatemala)
Frontera Seca: Municipio de Unión Juárez (México) límite el Municipio de San Sibinal (Guatemala)
Frontera Húmeda: Municipio de Ciudad Hidalgo (México) límite con el Municipio de Ayutla (Guatemala)